TRABAJO MÁS, FACTURO MÁS PERO NO GANO MÁS

TRABAJO MÁS, FACTURO MÁS PERO NO GANO MÁS

Seguro que muchos empresarios se sienten identificados con esta expresión, puesto que lamentablemente es bastante común en el mundo laboral y empresarial.

¿Te has preguntado alguna vez cuánto trabajaba, cuánto ingresaba y qué rentabilidad tenía hace 5 años y cuánto tengo ahora?

Si sabes la respuesta, ¡Enhorabuena! Porque ya es un gran paso.

El hecho de trabajar más y generar más ingresos no siempre se traduce en una ganancia real o en un aumento significativo en la calidad de vida. Esto nos viene a decir que simplemente esforzarse más no es la clave para tener más rentabilidad, sino que va más allá, entrando en juego la estrategia y la optimización de recursos.

En el mundo empresarial actual, las empresas cada vez tienden a ser más complejas por muchísimos motivos.

¿A qué nos referimos con empresas cada vez más complejas?

A añadir cada vez más procesos, más pasos necesarios en los flujos de trabajo, más acciones con los clientes para mantenerlos satisfechos, más herramientas para el trabajo de los equipos, etc. Esto lo que conlleva es un aumento de tareas, funciones, personal, herramientas y tecnologías, que derivan en la complejidad y aumento de gastos, cada vez más inasumible y, por supuesto, en la reducción de la rentabilidad. Es por eso que tengo la convicción que en las empresas es momento de centrarnos más en la sencillez que en añadir, es decir, conseguir los mismo o mejores resultados a través de la optimización.

¿Cómo se consigue optimizar una empresa?

  • Minimizar las acciones necesarias en cada una de las áreas de la empresa.
  • Establecer procesos y flujos de trabajo más sencillos con los mismos o mejores resultados.
  • Disminuir las herramientas necesarias para la consecución de los resultados.
  • Mejorar la comunicación interna de la empresa.
  • Automatizar todos los procesos posibles.

¿Sabes si en tu empresa se puede optimizar los procesos y el funcionamiento interno?

Es por ahí por donde habría que empezar a trabajar, en analizar y ser conscientes si hay mejora posible, para, a partir de ahí, trazar un plan de acción.

Conseguir una empresa más eficiente, más organizada, con mayor control de los procesos y los resultados, con mayor bienestar del equipo de trabajo y con una excelente experiencia de los clientes, no solo da como resultado final una empresa más rentable, sino que se alcanza una mejor reputación y un mayor posicionamiento en el sector.

Otra parte importante en esta situación es la sostenibilidad financiera de la empresa, hacer análisis y conocer el nivel de gastos y lo que repercuten sobre cada área de la empresa. No solo centrarse en generar más, sino en conocer los gastos, controlarlos y poder minimizarlos. En la parte financiera siempre me gusta hacer referencia al punto de equilibrio de la empresa, fundamental para conocer la realidad de la empresa.

¿Entonces, dónde es importante poner el foco?

En la estrategia y planificación. Lo que implica establecer metas financieras realistas, controlar los costes, invertir de manera inteligente y, en ocasiones, decir NO a oportunidades que no contribuyan al crecimiento real de la empresa y de las personas que trabajan en ella.

Se trata también de priorizar la calidad sobre la cantidad. En lugar de centrarnos en producir más, podría ser más beneficioso enfocarse en hacer una gestión de máxima calidad, logrando resultados de forma más eficiente, una mejor experiencia de los clientes y mejores oportunidades de negocio.

Y, por último, medir mucho más allá, es decir, ¿En qué situación se encuentra mi equilibrio entre vida – trabajo?

Sabemos perfectamente que trabajar en exceso puede afectar negativamente a la calidad de vida, a la salud y a las relaciones personales. Es importante considerar no solo los aspectos financieros, sino también el bienestar personal, ya que la calidad de vida con la que cuente será la que permita o no una sostenibilidad duradera tanto a nivel profesional como personal.

Sintetizando, lo más importante es hacer una gestión inteligente y estratégica de los recursos, tanto de tiempo como financieros. Esto nos va a permitir lograr un equilibrio entre el esfuerzo invertido y las recompensas obtenidas. Me reitero: Trabajar más no siempre significa ganar más; la clave está en trabajar de manera más inteligente, efectiva y optimizada.