¿Alguna vez te has preguntado por qué tu equipo no realiza las tareas u objetivos que propones?
Los motivos pueden ser de diferente índole, pero aquí me centraré en los más comunes.
El error más común que se suele cometer es dar las indicaciones y después no hacer seguimiento, ni siquiera repetirlo en varias ocasiones durante los primeros días. ¿Qué pasa después? Cabreo monumental cuando te das cuenta que no se está haciendo aquello que se pautó. Pues bien, siento decir que cuando se da una nueva pauta, se establecen nuevos objetivos, etc. se debe estar muy pendiente, hacer seguimiento, repetirlo en muchas ocasiones y todo para conseguir que el equipo convierta en hábito aquello que queremos conseguir. Ahora puedes pensar, ¿Y qué hago si no tengo ni tiempo ni energía para eso? En ese caso, seguramente necesites algo de ayuda.
Más allá de cuando se plantean nuevos objetivos, veamos algunas claves fundamentales para el día a día.
Primero ser persona y después ser profesional.
Lo primero y más importante de todo es ser el mejor ejemplo de lo que queremos de nuestros empleados. Seguramente seamos verdadero ejemplo de compromiso o nivel de trabajo, pero no lo somos en la forma de comunicarnos, de tratar al personal, de puntualidad, etc.
Un ejemplo muy sencillo es el uso del teléfono móvil. Una norma o pauta habitual en las empresas es la prohibición del uso personal del mismo, por lo que el director/a de la empresa no puede estar utilizando el teléfono y no concentrado en una reunión cuando es él quien está imponiendo a los trabajadores que no utilicen el suyo. No vale la excusa de: “es de trabajo”.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que tenemos realidades diferentes, es decir, diferenciar entre la realidad personal de dirección y la que pueda tener un trabajador. En esta parte es muy importante la empatía, pero mucho más importante la comunicación, por lo que deberíamos preguntar directamente: “qué percepción tienes de esto, de lo otro, de lo que sea”.
Por último y primordial, la forma en la que nos comunicamos, teniendo muy presente en todo momento cómo nos gustaría que nos trataran a nosotros. Explico varios apartados que considero importantes:
- Recompensar y motivar a los empleados: a menudo damos por hecho que cuando introducimos una pauta la tienen que hacer y ya está, pero a nadie le amarga un dulce. Es aquí donde entra en juego esa famosa expresión de la palmadita en la espalda, decirle a la persona:“buen trabajo, esto es lo que necesitábamos”. Esto le va a alentar a seguir haciendo las cosas bien, a encontrarse mejor y sobre todo a no hacerlo una vez solo, sino ya incorporarlo como hábito.
- Llama la atención en privado y elogia en público: A nadie le gusta que le dejen mal delante de gente, por tanto, no lo hagamos, de hecho, va a ser menos productivo. Elogiar en público, sin embargo, es más gratificante y por tanto se consigue mejor resultado a nivel productivo.
- No critiques, ni condenes: en el momento que atacamos a alguien, la otra persona activa el modo defensa y aunque no te contesten porque seas el director o directora no está escuchando todo lo que dices. En estos casos hay que hablar de las consecuencias para la empresa, para los compañeros o para los clientes, del fallo o error que ha cometido, tiene mucho más efecto que si le dices lo mal que lo ha hecho. En este sentido, es muy importante no hablar directamente de esa persona, sino de las consecuencias que ha acarreado.
- No des órdenes: Esto puede confundir y me podéis decir, Maite ¿Cómo no voy a dar órdenes?, muy sencillo. Lo haremos a través de una pregunta, de un “¿Te parece?”, mejor lo explicar con un ejemplo:
- Orden: llama a tal proveedor y le dices que necesitamos el material mañana mismo.
- Pregunta:¿yo tengo ahora una reunión, te parece si llamas a tal proveedor para decirle que necesitamos el material urgente y si estará mañana?
- ¿Y qué te va a contestar? SI, porque es el/ella la que toma la decisión final sobre la tarea y además le damos protagonismo y contamos con su opinión.
- Mantén la calma: hay una realidad y es que cuando perdemos las formas perdemos la razón, por tanto, nada justifica que nos dirijamos mal a una persona del equipo. Esto lo podemos enlazar con la comunicación en el momento y el lugar adecuado, es decir, es usual decir que falta comunicación, yo creo más bien que lo que falta es hacer la comunicación de manera adecuada. Me explico, no podemos hablar o tomar decisiones mientras nos cruzamos por el pasillo o nos están interrumpiendo mientras realizamos una tarea, entonces, perder el miedo a decir, lo vemos luego, ahora no te voy a dar la respuesta correcta.
Podemos concluir que en realidad se trata de hacer las cosas bien, de realmente hacer seguimiento a los objetivos nuevos que se van estableciendo, siendo uno mismo el mejor ejemplo de respeto a lo establecido. Además de hacer una buena comunicación, tener presente que la persona que tienes en frente puede tener otra realidad y hay que saber gestionarla.